Qué pasó después del Concilio? - El cambio de los ritos y oraciones

Fuente: Distrito de México

En este cuarto artículo de una serie que iremos publicando, tomados de una conferencia dada por Mons. Lefebvre en Roma el 6 de julio de 1977, titulada "La Iglesia después del Concilio", explicaremos una a una las consecuencias desastrosas y la tempestad ocasionada por los cambios realizados en el Concilio Vaticano II.

Debo insistir en por qué todo deriva de la nueva definición de la Iglesia, de haber cambiado el concepto de la Iglesia. Y lo han cambiado para llegar a la comunión con todas las religiones. Era necesario cambiar el culto, no se podía dejar intacta la liturgia. Nuestra liturgia era demasiado católica, manifestaba demasiado claramente la victoria de nuestro Señor Jesucristo, con la Cruz, sobre el pecado, sobre el mundo, sobre la muerte... Todo fue modificado.

Si tuviera más tiempo - pero no quiero abusar de vuestra paciencia - os hablaría de un trabajo que ha hecho uno de nuestros sacerdotes sobre las modificaciones de las oraciones. Es un estudio extraordinario para ver el espíritu con el cual han hecho la reforma litúrgica. Las oraciones litúrgicas han sido modificadas en un sentido pacifista: no hay más herejes, no hay más enemigos de la Iglesia, no hay más pecado original, ya no hace falta el combate, no más luchas espirituales.

El canónigo Rose, belga, miembro de la Comisión litúrgica, que renunció indignado por cuanto sucedía, ha hecho un trabajo sobre la liturgia de los difuntos en el cual demuestra que se han suprimido los dogmas: en la liturgia de difuntos fue suprimida la palabra "alma". ¿Por qué? Porque no hay más distinción entre el cuerpo y el alma, no se habla más del purgatorio. Es increíble.

Todo esto para darle gusto a los no católicos, para poder estar con todos aquellos que no creen en lo que nosotros creemos, que no creen en la distinción entre el alma y el cuerpo. Más nosotros debemos permanecer católicos, no podemos volvernos imprevistamente miembros de todas las religiones, cambiar toda nuestra liturgia para darles gusto.

Un cambio capital es el cambio de la fiesta de Cristo Rey. No se quiere más el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo. La fiesta de Cristo Rey fue puesta al final del año litúrgico, porque Él vendrá en la Parusía, en el fin del mundo. Aquí sobre la tierra ya no debe reinar, o sólo sobre los individuos, estrictamente en privado, en las familias, pero ya no públicamente, no más sobre la sociedad civil. En el himno de Cristo Rey se han suprimido las dos estrofas que proclamaban a Nuestro Señor como Rey de la familia, del Estado, de la ciudad. Está claro por qué han sido suprimidas.

He aquí una de las estrofas que fue suprimida:

Te nationum praesides honore tollant publico, colant magistri, judices, leges et artes exprimant.

Es el reinado de Nuestro Señor Jesucristo sobre los pueblos, los juristas, los jueces, las leyes y las artes, que deben honrarlo. Son cosas muy graves.