Reseña de prensa: Los primeros cuatro años de un pontificado muy controversial
Con motivo del aniversario de la elección del Papa Francisco, celebrado el 13 de marzo del 2013, los principales medios de comunicación dedicaron varios artículos para informar sobre los cuatro primeros años del Papa en el trono de San Pedro.
En vez de citar estos comentarios incidentales, nos ha parecido más útil reproducir algunos de los análisis que han aparecido en los últimos meses. Aún cuando todos provienen de distintas perspectivas, sus autores coinciden en que se está produciendo una profunda división en la Iglesia.
Durante el sermón que Monseñor Bernard Fellay dio en Polonia el 3 de marzo del 2017, declaró: “Existen actualmente muchas contradicciones, se está librando una batalla entre los obispos, entre los cardenales; esta situación no se había dado antes… Roma ya no está unida, sino dividida.” El Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X sólo confirmaba lo que el mismo Papa había dicho, según la revista semanal alemana Der Spiegel, el 27 de diciembre del 2016:
Según sus planes, Francisco ya no tiene mucho tiempo para cambiar las cosas dentro de la Iglesia, pues él mismo declaró que pensaba que su pontificado sólo duraría cuatro o cinco años, y ese plazo está muy cerca de cumplirse. No obstante, los detractores del Papa, dentro y fuera del Vaticano, deben prepararse para otras sorpresas. Supuestamente, Francisco declaró a sus allegados las siguientes palabras: “No debemos descartar la posibilidad de que pasaré a la historia como el que dividió la Iglesia Católica.”
Un cisma de facto
El 20 de enero del 2017, el Observador del Vaticano, Marco Tosatti, de origen italiano, hizo algunos comentarios sobre un artículo escrito por el periodista alemán Guido Horst, que apareció en el diario católico Tagespot el 10 de enero.
Guido Horst, columnista del Tagespot, no se anda con rodeos en el breve artículo que trata sobre el estado de la Iglesia después de Amoris laetitia. “Un cisma de facto”, escribe. Si la memoria no nos falla, este término ya lo había usado, hace no mucho, el obispo auxiliar de Astana, Athanasius Schneider.
El hecho de que al mismo tiempo el diario L’Avvenire, dirigido por el Secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, haya dedicado un artículo para decir que, al contrario, las cosas están yendo muy bien, y preguntarse: “¿quién sabe que se necesitará para poner fin a un debate que parece absurdo a un número cada vez mayor de católicos?”, es una clara indicación de que la división se está ensanchando, en vez de disminuir.
Pero leamos lo que escribe Horst en su artículo titulado: “Un cisma de facto”, en el que interpreta las declaraciones hechas por el Cardenal Müller como una confirmación de que “el Papa Francisco no responderá a estas preguntas, particularmente a la dubia de los cuatro cardenales.”
Pero la respuesta ya se ha dado en Malta, añade Horst. Cuando los dos obispos de dicha isla “dicen a los pastores del pequeño Estado insular que cada una de las personas divorciadas y vueltas a casar pueden decidir por sí solas, junto con Dios, el hecho de recibir la Comunión, significa claramente que las iglesias locales pueden hacer lo que se les venga en gana. La división se agranda cada vez más. Florencia contra Roma, Polonia contra Argentina, Malta contra Milán. A esto se le llama un cisma de facto…”
El problema es que el Papa guarda silencio, asegura Horst. “El Papa no dice nada sobre la carta de los cardenales, negándose así indirectamente a expresar de forma clara cómo pueden leerse a la luz de las sentencias de los papas anteriores, los párrafos de Amoris laetitia que son objeto de controversia.” Y a la luz del catecismo y de la Iglesia Católica, se podría añadir. Por lo tanto, “Roma ya no es una autoridad que aporte claridad, sino una espectadora que observa silenciosamente cómo y qué rápido se deshace la unidad del ministerio pastoral de la Iglesia. “ Y los sacerdotes, que están, a final de cuentas, sometidos a todo tipo de presiones “son abandonados.”
Estas palabras son duras, especialmente porque vienen de alguien que, desde luego, no podría calificarse como un oponente o crítico del actual pontificado (N del E.: Guido Horst escribe para el Tagespot, un diario liberal católico, y para el sitio web oficial de la Conferencia Episcopal alemana.) Igualmente, el comentario hecho por Björn Odendahl en el sitio web de los obispos alemanes, Katholisch.de, está, sin duda alguna, a favor del Papa; y en él, se lamenta de su silencio progresivo: “En cierto modo,” escribe, “los conservadores tienen razón: las palabras del Papa no son lo suficientemente claras. Debe hablar y poner fin rápidamente a estos acontecimientos que están lastimando a la Iglesia.”
A nuestro parecer, no es muy probable que el Papa lo haga, permitiendo con esto que la Iglesia sea objeto de una división sobre un tema central como lo es la Eucaristía y las palabras de Jesús sobre el matrimonio, una división que, probablemente, no tiene precedentes en los tiempos modernos.
Creemos que no lo hará, porque lo que le dijo al arzobispo Bruno Forte en abril del 2016 (N. del E.: para ser más exactos, el 3 de mayo del 2016, durante una conferencia sobre Amoris laetitia, en la que se refirió a lo siguiente como una “broma” del Papa.) suena bastante elocuente. Durante el Sínodo, supuestamente el Papa le dijo: “No tiene la menor idea del lío que nos ocasionará esa gente si hablamos explícitamente sobre la Comunión para los divorciados y vueltos a casar. Entonces, no hablemos directamente; hagámoslo en un modo tal que las premisas estén ahí, y más adelante, yo seré quien saque las conclusiones.”
El arzobispo Forte fue el Secretario Especial del Sínodo de los Obispos, y el autor del controversial “informe preliminar”, que fue desmentido por el Presidente de la Asamblea, el Cardenal Erdö, y que no fue aceptado por la gran mayoría de los grupos que trabajaron en el Sínodo. Y el arzobispo Forte se refirió (a esta actitud del Papa) diciendo: “Es típica de un jesuita.” Y añadió que la Exhortación Apostólica “no es una nueva doctrina, sino una aplicación misericordiosa de la enseñanza perenne.”
Si la anécdota dicha por el arzobispo Forte es verdad, y no existe ninguna razón para dudar que no lo sea, se entiende mejor el grado de confusión y ambigüedad, así como la diversidad de interpretaciones, ocasionadas por la Exhortación Apostólica. En otras palabras, se trata de una ausencia de claridad deliberada, que recuerda a las polémicas seculares y acusaciones que han sido dirigidas hacia la Compañía de Jesús desde hace siglos. El resultado de una estrategia implementada aun antes de que los procesos del Sínodo del 2014 hubieran siquiera comenzado.
¿En qué consiste la “revolución” del Papa Francisco?
En el diario francés semanal, Valeurs Actuelles (enero 7, 2017), Laurent Dandrieu escribió en un artículo titulado “Francisco, el Papa que provoca escándalos."
Por extraño que parezca, esta disputa, que tiene lugar entre las esferas más altas (de la jerarquía de la Iglesia) no será la última de este pontificado: Leonardo Boff, el líder de la teología de la liberación y la versión marxista de la opción preferencial a favor de los pobres, sancionado como tal por el Papa Juan Pablo II, declaró recientemente que el Papa Francisco es “uno de nosotros” (es decir, que es solidario con la teología de la liberación), y además vaticina otras sorpresas del Papa, especialmente en lo que se refiere al tema de los sacerdotes casados. En el próximo Sínodo, que tendrá lugar en el 2018, se tratará el asunto de las vocaciones. Con frecuencia se escucha decir que un clero casado sería la respuesta a la crisis de vocaciones. Pero, más que otra cosa, éste es un asunto tocado muy frecuentemente por los adversarios de la Iglesia, ya que consideran el celibato sacerdotal como una señal intolerable de la negación de la Iglesia a doblar la rodilla antes los preceptos de la modernidad. Esto plantea la siguiente pregunta: ¿El objetivo de la “revolución” del Papa Francisco es llevar de vuelta a la Iglesia a su mensaje Evangélico radical, o granjearse el favor del mundo secularizado? El juicio que la historia emita respecto a este pontificado dependerá de la respuesta.
“No oponer resistencia al error es lo mismo que aprobarlo”
El 18 de enero, tres obispos de Kazajstán, Tomash Peta, Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Santa María en Astana, Jan Pawel Lenga, Arzobispo y Obispo Emérito de Karaganda, y Monseñor Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santa María en Astana, hicieron un llamamiento a la oración.
Teniendo en cuenta que la admisión de los divorciados y vueltos a casar a los sacramentos de Penitencia y Eucaristía, sin exigirles una vida de continencia, constituye un peligro para la fe y para la salvación de las almas, y lo que es todavía peor, una ofensa contra la santa voluntad de Dios; sobre todo si se toma en cuenta que esta práctica pastoral jamás podrá constituir una expresión de la misericordia, de la “via caritatis”, o del sentido maternal de la Iglesia para con las almas pecadoras, hacemos un llamado urgente a la oración, movidos por una profunda preocupación pastoral, para que el Papa Francisco revoque, clara e inequívocamente, las directrices pastorales anteriormente mencionadas, que ya han sido adoptadas por varias Iglesias particulares. Tal acto hecho por la Cabeza Visible de la Iglesia sería un consuelo para los pastores y para los fieles, según el mandato que Cristo, pastor supremo de las almas, le dio al Apóstol Pedro, y a través de él a todos sus sucesores: “¡Fortalece a tus hermanos!” (Lucas 22:32).
Que las palabras de un santo papa y de Santa Catalina de Siena, Doctora de la Iglesia, sean para todos en la Iglesia de nuestros días una fuente de luz y consuelo:
“No oponer resistencia al error, es lo mismo que aprobarlo; no defender la verdad es igual a reprimirla.” (San Félix III, Papa, †492). “Santo Padre, Dios le ha elegido en la Iglesia para que sea un instrumento que erradique la herejía, aturda las mentiras, exalte la verdad, disipe las tinieblas y manifieste la luz” (Santa Catalina de Siena, †1380).
Cuando el Papa Honorio I (625 - 638) adoptó una actitud ambigua con respecto a la difusión de la nueva herejía del monotelitismo, San Sofonio, Patriarca de Jerusalén, envió un obispo de Palestina a Roma, diciéndole las siguientes palabras: "Ve a la Sede Apostólica, donde están los fundamentos de la santa doctrina, y no ceses de orar hasta que la Sede Apostólica condene la nueva herejía". La condena ocurrió en 649 a través del santo papa y mártir, Martín I.
Fuentes: Tagespost/Stilum Curiae/Valeurs Actuelles – basado en la traducción francesa hecha por benoitetmoi y por el blog de J. Smits - DICI no. 351 - marzo, 17, 2017)