San Miguel Arcángel está de regreso

Fuente: Distrito de México

Un acto secular para la conservación de un edificio "histórico" proporciona a la estatua de San Miguel un regreso simbólico al lugar de honor que le corresponde en el Monte San Miguel.

La magnífica estatua de San Miguel Arcángel, que ha adornado durante mucho tiempo la aguja de la Abadía del Monte San Miguel, en la Baja Normandía, ha sido devuelta a su lugar de honor a 91 metros de altura en el aire, después de haber sido sometida a una amplia restauración.

La estatua, que ahora está adornada con el doble de hojas de oro que anteriormente tenía, estará a salvo de los elementos de la naturaleza por al menos 50 años más. Lamentablemente, esta noticia no es indicación de una repentina conversión de la República laica francesa, sino, más bien, viene junto con las grandes obras de dragado realizadas en la bahía cercana al Monte San Miguel, cuyo deseo es modernizar uno de los sitios históricos más visitados de Francia. Aun así, el poder simbólico de este suceso va mucho más allá del objetivo de dichos conservacionistas.

A partir de los escritos de un canónigo [1], se sabe que en el año 708, San Aubert, obispo de Avranches, recibió en sueños una orden del jefe de la Milicia Celestial de dedicarle un oratorio en Mont-Tombe (un antiguo santuario pagano). El prelado debe haber sido terco, ya que no fue sino hasta después de la tercera visita angelical, cuando San Miguel le colocó su dedo en la frente, dejando un agujero en el cráneo del obispo, que éste estuvo de acuerdo en seguir la orden (el cráneo de San Aubert todavía se puede contemplar en Avranches). El sitio fue rebautizado más tarde como Monte San Miguel o, popularmente, "San Miguel en el peligro del mar", debido a las peligrosas mareas de la zona.

Geográficamente, el Monte San Miguel es una isla rocosa de granito, ubicada al este de la desembocadura del río Couesnon. Como el dicho local dice: "Le Couesnon dans sa folie a mis le Mont en Normandie" (El Couesnon, en su locura, puso el Monte en Normandía); con la réplica, "Le Couesnon, dans sa raison, le rendra aux bretones" (El Couesnon, después de pensarlo mejor, lo devolverá a los bretones). El río actúa como una frontera móvil entre los dos ducados de Normandía y Bretaña, que en el pasado se disputaron violentamente la propiedad de esta joya.

Debido a que Carlomagno consagró su imperio a San Miguel Arcángel para que éste lo protegiera, el Monte San Miguel se convirtió en un lugar de peregrinación durante la Edad Media. En el año 966, se fundó una abadía benedictina para reemplazar a los canónigos que vivían allí, quienes estaban demasiado ocupados disfrutando de la riqueza material que ofrecía.

Estos monjes benedictinos, fieles a su reputación, trabajaron con mucho cuidado, particularmente haciendo copias y traducciones de muchos manuscritos. Durante mucho tiempo se ha afirmado que la cristiandad occidental redescubrió a Aristóteles y a la filosofía griega únicamente tras las conquistas musulmanas de Europa. Sin embargo, a pesar de los obstáculos encontrados en su trabajo, los historiadores han establecido firmemente que los monjes en el Monte San Miguel desempeñaron un papel fundamental en la preservación y transmisión de los conocimientos clásicos en el continente.

Durante la Guerra de los Cien Años, el Monte San Miguel fue, por un tiempo, la única zona de resistencia contra los ingleses en Normandía. A pesar de varios intentos, los invasores nunca lograron capturarlo y, con el tiempo, se convirtió en el símbolo de la resistencia nacional para los franceses. El Monte San Miguel también fue el célebre lugar donde se libró una batalla en la que los bretones vencieron a los grandes británicos. Recordemos también que fue San Miguel, junto con las Santas Margarita y Catarina, quienes dieron a Santa Juana de Arco, la misión de liberar a Francia de las manos de los invasores ingleses. Ella invocó a San Miguel hasta el momento de su muerte en la hoguera.

Posteriormente, el Monte San Miguel experimentó una severa decadencia. Algunas partes de la abadía fueron utilizadas como prisión bajo el antiguo régimen, y luego fue transformado completamente en una cárcel durante la Revolución. El renacimiento del Monte comenzó en 1835, con un proyecto de restauración iniciado por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc. Posteriormente, en 1896, se construyó una aguja neogótica, la cual fue coronada dos años más tarde con la ya mencionada estatua de San Miguel. Desde el año 2001, los monjes y monjas de la Fraternidad Monástica de Jerusalén han ocupado la abadía.

Hoy en día podríamos preguntarnos si la restauración de la estatua de San Miguel, junto con el reciente retorno del anillo de Santa Juana de Arco a Francia después de 600 años, es una señal de espera de la renovación espiritual en esta tierra. ¿Podría ser que estos dos guerreros del ejército celestial de Cristo guiarán, una vez más, a los fieles de Francia para exterminar a los agentes del pecado? Esperemos y oremos.

Fuente: www.ouest-france.fr

[1] Revelatio ecclesiae sancti Michaelis in monte Tumba.