Sermón de Monseñor Fellay en Fátima - 20 de agosto 2017

Fuente: FSSPX Actualidad

Durante el sermón dado en la misa celebrada el domingo 20 de agosto - misa votiva del Corazón Inmaculado de María - Monseñor Bernard Fellay habló a los peregrinos reunidos en Fátima en cinco idiomas: francés, inglés, alemán, italiano y español.

Primero, recordó la visión del infierno que los tres pastorcitos de Fátima contemplaron con horror; explicó que este miedo es saludable, y que aquellos que hoy buscan anestesiar las conciencias ofreciendo el camino ancho son verdaderos asesinos de almas.

Más adelante, Monseñor Fellay recordó que el mensaje de Fátima es un mensaje de esperanza: quienes practican la devoción al Corazón Inmaculado de María se salvarán. Esta promesa divina de salvación nos ofrece un medio fácil: lo único que debemos hacer es tomarlo seriamente. Debemos reparar las ofensas cometidas contra la Madre Bendita de Dios. Al igual que el pequeño Francisco, debemos tratar de consolar el Corazón Doloroso e Inmaculado de María. Aceptemos todas las pruebas generosamente, ofrezcámoslas y sacrifiquémonos cumpliendo fielmente con nuestro deber de estado, viendo a las almas a través de los ojos de Jesucristo como Él las miró desde su cruz, y de los ojos de Nuestra Señora, al pie de la misma cruz. Stabat Mater.

Por último, el superior general repitió enérgicamente que la devoción al Corazón Inmaculado de María es deseada por Dios para el mundo de hoy. No se trata de una devoción superficial y mecánica, sino de una muy profunda: su Corazón debe ser nuestro refugio íntimo. El prelado también anunció que renovaría la consagración de Rusia después de la Misa, tal como Monseñor Lefebvre lo hizo en Fátima hace treinta años. Obviamente, le corresponde al Santo Padre y a todos los obispos del mundo, en unión con él, hacer esta consagración. El acto de consagración de la Fraternidad es un modo de expresar su deseo de responder al pedido del cielo, aunque totalmente consciente de sus límites, con la viva esperanza de que el Vicario de Cristo lo hará un día.

La Cruzada del Rosario se acerca a su fin, pero su espíritu vive: no dejemos nunca de pedir con nuestras oraciones fervientes el triunfo del Corazón Inmaculado de María, que llegará cuando así Dios lo quiera. ¡Pero estamos seguros de que llegará!

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