Sida y preservativos: el Papa rehúye pronunciarse

Francisco evita una condena taxativa del uso del preservativo en la lucha contra la enfermedad.
Durante la rueda de prensa en el avión de regreso al Vaticano tras su viaje apostólico a Kenia, Uganda y República Centroafricana, un periodista hizo al Papa una pregunta muy directa sobre el uso de preservativos en las campañas de prevención del sida: “¿No es tal vez el tiempo de cambiar la posición de la Iglesia en este sentido para permitir el uso de preservativos para evitar nuevas infecciones?”. La respuesta, con la doctrina de la Iglesia en la mano, estaba clara: no. Lo cual habría dado ocasión para explicar esa doctrina.
Francisco prefirió, sin embargo, una clarísima y larguísima evasiva: “La pregunta me parece demasiado pequeña. Me parece también una pregunta parcial. Sí, es uno de los métodos. La moral de la Iglesia se encuentra, pienso, en este punto, frente a una perplejidad. O el quinto o el sexto mandamiento: la vida o que la relación sexual esté abierta a la vida. Pero este no es el problema. El problema es más grande. Esta pregunta me hace pensar en la que le hicieron a Jesús una vez: ‘Dime, maestro, ¿es lícito curar el sábado?’ Es obligatorio curar. Esta pregunta si es lícito curar. La malnutrición, el trabajo esclavo, la explotación, la falta de agua potable... Esos son los problemas. No hablemos de si se puede usar esta tirita o no para esa herida. El gran problema la injusticia social, la injusticia del medio ambiente. A mí no me gusta bajar a preguntas, a reflexiones tan casuísticas cuando la gente muere por falta de agua, de pan, de hábitat. Cuando todos estén curados, cuando no haya estas enfermedades trágicas que hace el hombre, tanto para las injusticias sociales o para ganar más dinero. Pienso en el tráfico de armas. Cuando no haya estos problemas creo que se puede hacer la pregunta: ‘¿Es lícito curar el sábado?’. ¿Por qué se sigue fabricando armas y traficando con ellas, las guerras son el motivo de mortalidad más grande. Yo diría que mejor es no pensar si es lícito o no curar en sábado. Yo diría a la humanidad: hacer justicia. Y cuando todos estén curados, cuando no haya injusticias en este mundo podremos hablar del sábado”.
El Papa afirma que la Iglesia “se encuentra, en este punto, frente a una perplejidad”. Realmente no es así, pues se ha pronunciado reiteradamente sobre la ilicitud en toda circunstancia de un método que frustra la finalidad principal de la relación sexual. El mismo Benedicto XVI, en una circunstancia similar y ante una pregunta similar (el 17 de marzo de 2009, durante la rueda de prensa en el avión al inicio de su viaje apostólico a Camerún y Angola), fue muy claro: “No se puede solucionar este flagelo distribuyendo preservativos; al contrario, aumentan el problema”.
Francisco introduce en su respuesta la trampa de los fariseos intentando sorprender a Nuestro Señor predicando contra la Ley. Pero no parece una comparación aplicable, porque a Jesucristo le preguntan sobre dos bienes (curar y respetar el sábado), y al Papa le preguntan sobre dos males (la frustración ilícita de un acto que ya es ilícito).
El Papa parece condicionar la solución del aparente dilema a que la pobreza desaparezca de la tierra. Pero “siempre habrá pobres entre vosotros…” (Mc 14, 7).