Sínodo 2018: sobre los jóvenes, la fe y las vocaciones
Ordenación en la Diócesis de Nueva York (EE.UU.)
El documento preparatorio para la XVa Asamblea General Ordinaria del Sínodo de obispos de octubre de 2018 sobre “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional” fue publicado el 13 de enero de 2017. En su presentación a la prensa, el mismo día, el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de obispos, precisó que la cuestión de la ordenación de hombres casados no estaba en la agenda.
De aproximadamente 25 páginas, este documento comprende los lineamientos, seguidos de una cuestionario de 40 preguntas, algunas de ellas son propias de cada continente. El cuestionario será enviado a todas las diócesis del mundo para hacer una extensa consulta de enero a octubre de 2017. Igualmente figura otro cuestionario por internet destinado a los mismos jóvenes.
Se pretende que estos lineamientos sean el “instrumento principal” que la Iglesia ofrezca a los jóvenes para que éstos “descubran su vocación a la luz de la fe”. El documento entero está compuesto por cuatro partes: una “lectura de fe” sobre los jóvenes en el mundo de hoy, el discernimiento de las vocaciones, la acción pastoral a llevar a cabo y el cuestionario.
La experiencia de las generaciones precedentes y los “viejos enfoques” ya no funcionan, indica claramente el documento, y por lo tanto, son necesarios instrumentos culturales, sociales y espirituales adaptados para atreverse a elegir. En el ejercicio “maduro” de la libertad de elección, se propone: reconocer, interpretar, elegir. Reconocer nuestros deseos, nuestras pasiones, así sea una “verdadera lucha interna”; interpretar, lo cual requiere paciencia, vigilancia y aprendizaje; elegir, lo que implica apartarse de “la ciega fuerza de los impulsos” a la cual somos conducidos por un “cierto relativismo contemporáneo”. Pero también es necesario actuar, para que la elección no se quede “solamente en esa interioridad”, virtual o inconstante.
El documento preparatorio explica que la elección de una vocación es un “proceso progresivo de discernimiento interior”. Supone un “acompañamiento personal”, precisa, que no tiene un sustento psicológico, sino que “un guía espiritual regresa esa persona al Señor y prepara el terreno del reencuentro con Él”. En cuanto al plan pastoral, el documento sugiere “caminar con los jóvenes”, retomando las palabras del papa Francisco de “salir, ver y llamar”. Educar a las nuevas generaciones es así una responsabilidad de toda la comunidad cristiana. Pues existe un “vínculo genético fecundo” entre educación y evangelización. Hacen falta figuras de referencia, adultos “dignos de fe”, pastores y recorridos menos “estandarizados” que en el pasado, más atentos a las características individuales de cada uno. En fin, este discernimiento implica el silencio, la contemplación y la oración. En una sociedad cada vez más “ruidosa”, afirma el documento, “no puede haber discernimiento sin cultivar la familiaridad con el Señor”. En particular a través de la práctica de la Lectio divina.
Finalmente, en una carta a los jóvenes, para acompañar el documento, el papa Francisco afirma su convicción de que “el llamado de Jesús sigue resonando en su alma para abrirla a la completa felicidad”. El soberano pontífice les hace una última recomendación, “no tengan miedo de escuchar al Espíritu que les sugiere elecciones audaces, no tarden cuando la consciencia les pide atreverse a seguir al Maestro”. – Junto con algunos recordatorios ciertamente útiles, la desconfianza de este documento en relación a un pasado presentado como el tiempo cumplido de “viejos enfoques” y de “recorridos estandarizados” es particularmente inoportuno. El periodo postconciliar se caracteriza por una dramática disminución de vocaciones que debería haber incitado a una mayor humildad, para cuestionarse, por ejemplo, sobre las causas de una fecundidad hoy en día desaparecida. No hay duda de que esta humildad conduciría a la urgente necesidad de “hacer la experiencia de la Tradición”, como lo pidió Monseñor Lefebvre.