Toma de Sotana en La Reja
En una Solemne Misa Pontifical celebrada el domingo 13 de septiembre de 2015, Su Excelencia Reverendísima, Mons. Tissier de Mallerais, obispo auxiliar de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, bendijo la sotana a 9 seminaristas del Año de Espiritualidad - 5 argentinos, 2 brasileños, 1 chileno y 1 guatemalteco - que se revisten ahora con el santo hábito eclesiástico.
Esa es la primera ceremonia que marca profundamente a los seminaristas. En ese día, concretizan su don total a Nuestro Señor Jesucristo con el abandono definitivo del hábito secular. Mons. Lefebvre siempre defendió el uso de la sotana como una señal de sacrificio y como una predicación viviente de Nuestro Señor en el mundo:
Igual que el Niño Jesús fue presentado en el Templo, los seminaristas que van a ser presentados en unos instantes en el altar para revestir el santo hábito eclesiástico, también se presentan en el Templo. Pero Nuestro Señor se presentaba en su Templo, pues Él era el propio Dios al que se adoraba en el Templo; mientras que, en cambio, estos seminaristas se presentan humildemente como criaturas de Dios, escogidas para rogarle y honrarlo en su Templo.
También vosotros vais a subir las gradas del templo, y también vais a llevar a Nuestro Señor Jesucristo. También vosotros estáis destinados a llevar al que es la luz del mundo. Ojalá que, al igual que la Virgen, vosotros podáis un día llevar a Nuestro Señor Jesucristo en vuestras manos y en vuestros brazos con las mismas disposiciones, la misma fe y caridad, y los mismos deseos de dar y llevar esta luz al mundo. Esto es lo que expresan las oraciones con que se bendicen vuestras sotanas
Igual que Jesús y María se presentaron en el Templo, hoy vosotros también hacéis lo mismo, siguiendo a Jesús y a María para presentaros en este Templo que es la Iglesia. Ojalá podáis presentaros con corazones tan puros y con disposiciones tan santas como las de la Virgen y del Niño Jesús. No eran ni el Templo ni la purificación los que hacían que sus corazones fueran puros, sino Jesús, el Dios vivo, que venía a santificar el Templo. María, siendo purísima, no necesitaba ninguna purificación, pero la sagrada Familia quiso obedecer a la Ley y mostrar también la importancia de la Iglesia."
Monseñor Marcel Lefebvre, La Santidad Sacerdotal, Libro 1º, Parte, 1ª, Capítulo 3
Escuchar el sermón de Mons. Tissier de Mallerais
Fuente: http://lareja.fsspx.org