Último domingo después de Pentecostés

Fuente: Distrito de México

Reflexión espiritual sobre los textos litúrgicos del último domingo después de Pentecostés. "En verdad os digo, que no pasará esta generación sin que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán."

Nuestro Señor vino con humildad, pero regresará glorioso; la finalidad de su primera venida fue prepararnos para la segunda. Quienes lo recibieron con buena voluntad, serán acogidos por Él cuando la eternidad comience; mientras que quienes se negaron a reconocerlo serán rechazados.

Por esta razón los profetas no hacen una distinción clara entre las dos venidas del Mesías, ya que son dos actos del mismo drama divino. Igualmente, Nuestro Señor no separa la destrucción de Jerusalén del fin del mundo, pues el castigo que cayó sobre los judíos es un símbolo del castigo eterno que caerá sobre todos los que rechazaron a Nuestro Divino Redentor. La primera venida ya ocurrió, la segunda está por venir. Preparémonos para ella. De eso nos habla el Evangelio de hoy.

Con esta descripción del Juicio Final, se cierra el Ciclo Temporal del año litúrgico, que inició con el primer domingo de Adviento y finaliza hoy. Desde el Adviento, la Iglesia se ha ocupado de prepararnos para estas dos venidas de misericordia y justicia, pues nunca separa una de la otra. Este tema nunca abandona sus pensamientos, mucho menos en este último domingo; pues si Cristo vino una vez en su primera venida para salvarnos, fue para que pudiéramos entrar al cielo en su glorioso cortejo cuando vuelva a venir al final de los tiempos. Ésta será la verdadera Pascua, la entrada a la verdadera tierra prometida, de la cual es figura este último domingo de Pentecostés.