Una ceremonia de inauguración de los juegos olímpicos blasfema

Fuente: FSSPX Actualidad

Cristo siendo ultrajado

Durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos (JO) de 2024, en París, tuvo lugar una blasfemia contra Jesucristo. Se produjo ante millones de espectadores y televidentes, un hecho que no puede ser ignorado ni menospreciado y que debe hacer reaccionar a todo católico digno de ese nombre.

Los hechos: durante esta ceremonia, se realizó una parodia de la Última Cena representada por "drag queens" en el lugar de los Apóstoles y un DJ como Nuestro Señor.

Surge una primera pregunta: ¿cuál es la conexión entre estas parodias blasfemas y los Juegos Olímpicos? Salvo el deseo deliberado de los organizadores y diseñadores de ridiculizar la religión católica y su divino Fundador.

Sigue una segunda pregunta: la Regla 50.2 de la Carta Olímpica, que entró en vigor el 17 de julio de 2020, establece que “no se permite ningún tipo de manifestación o propaganda política, religiosa o racial en ninguna sede, recinto u otro lugar olímpico”. ¿La ceremonia de apertura es una excepción?

Pero estas preguntas son menores, no llegan al fondo de la cuestión, solo revelan el odio anticatólico de los organizadores, a quienes no les importan las reglas que les imponen.

Un comunicado de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X

Se trata de una blasfemia contra Nuestro Señor y del deber de reparar esta abominación que, como escribió el Padre Benoît de Jorna en un comunicado de prensa, es “tanto más grave cuanto que ha sido orquestada para ser vista por todo el mundo. Este ultraje organizado por las autoridades públicas es un escándalo para un gran número de almas".

Por eso, afirma este comunicado de prensa, “es imposible permanecer indiferentes o pasivos ante este nuevo ataque contra los derechos de Nuestro Señor, verdadero Dios y verdadero hombre”.

Y recuerda que “con Pío XI, todo cristiano afirma que los líderes de la sociedad civil deben recordar 'el juicio final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por solo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos' (encíclica Quas Primas, 1925)".

Y continúa: “Nuestra oración debe implorar la misericordia divina para salvar a nuestro país de un castigo, por muy merecido que sea. Y para reparar tan execrable blasfemia, nuestra ofrenda será el Santo Sacrificio de la Misa a la que asistimos, esta satisfacción infinita que el divino Sacerdote ofreció a su Padre". Además, invitó a los fieles a recitar el De Profundis y el Parce Domine.

La lamentable reacción de la Conferencia Episcopal de Francia

La Conferencia Episcopal de Francia publicó un comunicado de prensa tras la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos. Lo que concierne a nuestro tema comienza diciendo que: “la ceremonia de apertura propuesta por el COJOP anoche ofreció al mundo entero maravillosos momentos de belleza, alegría, ricos en emociones y universalmente elogiados”.

Luego el comunicado prosigue: "Esta ceremonia incluyó lamentablemente escenas de escarnio y burla del cristianismo, que deploramos profundamente. (…) Esta mañana pensamos en todos los cristianos de todos los continentes que se han sentido heridos por el exceso y la provocación de determinadas escenas".

No se menciona nada sobre el carácter blasfemo del acto, sino solo sobre el ataque a la piedad de los cristianos; nada de una necesaria reparación reclamada por el honor de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, pisoteado ante millones de espectadores. Lo único que cuenta es el sentimiento herido de los cristianos. ¿Esto es suficiente?

El ejemplo vino de Estados Unidos, según Aleteia: el obispo de Madison invitó a la gente a ayunar y orar en reparación por esta blasfemia. En Francia, “algunos obispos celebraron misa el domingo 28 de julio en reparación por esta parodia blasfema: Monseñor Touvet, obispo coadjutor de Fréjus-Toulon, celebró una misa por Francia en Sainte-Baume”.

En la diócesis de Bayona, Monseñor Aillet también mandó "celebrar la misa en reparación por esta representación blasfema de la Última Cena, un insulto a cientos de millones de cristianos". Estos obispos han salvado el honor del episcopado francés.