Visita apostólica del Papa a Armenia
Reseña de la visita apostólica del Papa a Armenia, que tuvo lugar del 24 al 26 de junio
El 24 de junio, Radio Vaticano anunció que el objetivo de este viaje era estrechar las relaciones fraternales entre la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Apostólica Armenia, la cual, estrictamente hablando, no forma parte de la Comunión Ortodoxa, sino que está afiliada a las Iglesias Orientales, conocidas como “Iglesias de los tres Concilios”, mismas que han estado separadas del resto del mundo cristiano durante más de 1,500 años.
(Nota del editor: las Iglesias pre-calcedonenses “de los tres Concilios” únicamente reconocen el primer Concilio de Nicea, que tuvo lugar en el año 325, el Primer Concilio de Constantinopla en el 381 y el Concilio de Éfeso en el 431, los cuales fueron celebrados antes de la división entre Roma y Constantinopla, ocurrida luego del Concilio de Calcedonia en el año 451).
Actualmente, los católicos representan solamente una pequeña minoría de la población de Armenia y mantienen buenas relaciones con la Iglesia Apostólica de dicho país, la cual constituye más del 90% de la población y es uno de los catalizadores de la unidad nacional. La visita fue calificada por Radio Vaticano como “un viaje con un fuerte trasfondo ecuménico.”
El viernes 24 de junio, el Papa Francisco viajó primeramente a la Catedral Apostólica, ubicada en Echmiadzín, cerca de Ereván, en donde fue recibido por el Catolicós Karekin II, Patriarca de la Iglesia Apostólica Armenia. El Papa quiso “agradecer al Señor por la luz de la fe encendida en esta tierra, una fe que le ha conferido a Armenia su identidad particular”, desde el año 301 d.C. El Supremo Pontífice también elogió “el espíritu ecuménico” y, como es costumbre, invitó a los oyentes a “resolver las diferencias mediante el diálogo y la valoración de aquello que nos une.”
A su llegada al palacio presidencial en Ereván, el Papa Francisco nuevamente calificó la exterminación de los armenios, ocurrida hace un siglo, como un “genocidio”, “una palabra que es intolerable para las autoridades turcas y que provoca reacciones vehementes”, señaló el vaticanista Sandro Magister, quien además agregó que “dicha palabra no figuraba en los discursos papales elaborados en distintos idiomas para su viaje a Armenia.” Igualmente, el Papa añadió una frase que no aparecía en ninguno de los textos escritos:
Es verdaderamente triste el hecho de que, tanto en este caso como en los otros [los genocidios del último siglo bajo el régimen de Hitler y Stalin], los grandes poderes voltearan su mirada hacia otro lado.”
Posteriormente, durante su regreso de Armenia, el Papa explicó a los periodistas que lo acompañaban lo siguiente:
en Argentina, cuando se habla del exterminio armenio, siempre se utiliza la palabra ‘genocidio’. Yo no conocía otra palabra… Cuando llegué a Roma, escuché otra expresión: “El Gran Mal” o “la terrible tragedia”… Vi que san Juan Pablo II había usado la palabra genocidio, que utilizó ambas expresiones: Gran Mal y genocidio. Y cité ésta última literalmente.”
[Nota del editor: El domingo 12 de abril del 2015, en la Basílica de San Pedro, en Roma, durante la Misa celebrada por invitación de la Iglesia Católica Armenia para el centenario del genocidio (1915 – 1917):
a ese [evento] se le suele considerar como el primer genocidio del siglo veinte” (citando a Juan Pablo II y a Karekin II, Declaración Conjunta, Echmiadzín, septiembre 27, 2001)].
No fue bien recibido. El gobierno turco hizo una declaración al respecto. Algunos días después, Turquía mandó traer a su embajador a Angora… Todos tenemos derecho a protestar. En este discurso [que di en Armenia] la palabra no aparecía originalmente, es verdad. Pero después de haber oído el tono del discurso del presidente y también teniendo en cuenta mi pasado [argentino] con esta palabra y, después de haberla utilizado públicamente el año pasado en San Pedro, hubiera sido extraño no decir, al menos, lo mismo.”
El sábado 25 de junio, el Santo Padre visitó el monumento ubicado en Tzitzernakaberd, dedicado a las víctimas del genocidio armenio, acompañado por el presidente Serge Sargsian y el Patriarca Karekin II. Luego de esta visita, el Papa viajó a la ciudad de Gyumrí, la segunda ciudad más grande de Armenia, localizada al noroeste del país, a unos diez kilómetros de Turquía, donde celebró una Misa en la Plaza Vartanants. Francisco invitó a los católicos a construir sus vidas basándose en “el recuerdo de las personas”, en la fe y en el amor misericordioso. Sin hacer mención del “genocidio” de 1915 o de los setenta años del régimen comunista, el Papa recordó las “terribles adversidades” experimentadas por el pueblo armenio.
Esa tarde, a su regreso a Ereván, el Supremo Pontífice presidió junto con Karekin II una reunión de oración ecuménica en la Plaza Central de la República para pedir por la paz. En presencia de más de 40,000 personas, el Papa recordó el “horrible sufrimiento” padecido por el pueblo armenio, pero también su “fe firme” y su “historia rica en magníficos testimonios del Evangelio.” Haciendo referencia al “Gran Mal”, a “esa terrible y descabellada exterminación”, sin nombrar el genocidio de 1915, Francisco explicó que el recordarlo “no sólo es oportuno; sino que es una obligación” para que “¡el mundo jamás vuelva a caer en un espiral de horror similar!”. Al rezar y amarnos los unos a los otros, declaró el Papa,
humildemente y con una mente abierta, preparémonos para recibir el don divino de la unidad. Continuemos nuestro viaje con determinación y corramos incluso hacia la plena comunión entre nosotros.”
El 26 de junio, el Papa Francisco celebró en privado la misa dominical en una capilla del Palacio Apostólico en Echmiadzín, donde se hospedó durante su estancia en Armenia. Después asistió a la Liturgia Divina celebrada al aire libre, según el rito armenio de San Gregorio, el Iluminador, y presidida por el Catolicós Karekin II. Al término de la ceremonia, que duró más de dos horas y que contó con una asistencia de varios miles de fieles, el Papa Francisco habló brevemente para expresar una vez más su esperanza de lograr una comunión plena entre las dos Iglesias:
Ojalá que la Iglesia Armenia camine en paz y que se complete la comunión entre nosotros. Que surja un ardiente deseo por la unidad en nuestros corazones, una unidad que no signifique la ‘sumisión de una parte hacia la otra, o la asimilación, sino, más bien, la aceptación de todos los dones que Dios ha dado a cada quien. Esto revelará a todo el mundo el gran misterio de la salvación realizado por Cristo el Señor a través del Espíritu Santo" (Saludo durante la Liturgia Divina, en la Catedral Patriarcal de San Jorge, Estambul, noviembre 30, 2014).
Después, dirigiéndose al Patriarca, el Papa finalizó diciendo: “Su Santidad, en el nombre de Dios, le pido que me bendiga, a mí y a la Iglesia Católica, y que bendiga nuestro camino hacia la unidad plena.” Luego, intercambió el beso de la paz con Karekin II.
Durante el último día de la visita del Papa en Armenia, Francisco y Karekin II firmaron una declaración conjunta en la cual castigaron el fundamentalismo religioso.
Rogamos a los líderes de los pueblos”, escribieron el Papa y el Catolicós, “que escuchen la petición de millones de seres humanos que anhelan paz y justicia en el mundo, que exigen respeto hacia los derechos que Dios les otorgó, y que tienen necesidad urgente de pan y no de armas.”
Los dos firmantes pidieron también a sus respectivos fieles “abrir sus corazones y manos a las víctimas de la guerra y el terrorismo, a los refugiados y a sus familias.” También insistieron en que los líderes políticos y la comunidad internacional deben hacer “mucho más para asegurar a todos el derecho a vivir en paz y con seguridad…, para proteger a las minorías étnicas y religiosas [y] combatir el tráfico humano.”
Comentarios: Esta declaración humanitaria conjunta, así como las declaraciones ecuménicas realizadas por el Papa pidiendo al Patriarca Karekin II su bendición, ¡para él y para toda la Iglesia Católica!, nos lleva a releer urgentemente la Encíclica Mortalium animos (1928) del Papa Pío XI:
La unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, la cual un día desdichadamente abandonaron… Alejáronse ¡ay! los hijos de la casa paterna, que no por eso se arruinó ni pereció, sostenida como está perpetuamente por el auxilio de Dios. Vuelvan, pues, al Padre común, que olvidando las injurias inferidas a la Sede Apostólica, los recibirá amantísimamente. Porque, si, como ellos repiten, desean asociarse a Nos y a los Nuestros, ¿Por qué no se apresuran a entrar a la Iglesia, madre y maestra de todos los fieles de Cristo? (Concilio de Letrán IV, can. 5)… Vuelvan los hijos disidentes…, no ya con el deseo y la esperanza de que ‘la Iglesia del Dios vivo, columna y fundamento de la verdad’ (1 Ti 2,15) abdique de la integridad de su fe y consienta sus errores, sino, al contrario, para someterse a su magisterio y gobierno."
Fuentes: DICI no. 338 – julio 1, 2016