Visita a la Huasteca Hidalguense - 2023
Del 20 al 23 de marzo de 2023, dos sacerdotes y un diácono de la FSSPX realizaron una visita a la Huasteca Hidalguense que estuvo llena de gracias.
La comunidad de la Huasteca Hidalguense no deja de crecer con cada visita que llevan a cabo los Padres encargados. Todo empezó cuando unas personas de un pueblito mexicano muy retirado descubrieron la Misa tridentina y la vida católica tradicional gracias a las Madres Mínimas Franciscanas del Perpetuo Socorro de María, atendidas por los Padres de la FSSPX, en la Ciudad de México. Aquellas personas decidieron entonces pedir a los Padres que los visitaran en su pueblo situado a más de 6 horas de la capital para darles el alimento espiritual que tanto necesitan las almas hoy en día.
Por fin, después de varios meses, se pudo realizar el viaje o más bien la misión. Los Padres pudieron celebrar la Misa tridentina por primera vez, desde la revolución de la nueva misa (1969), en aquel pueblito. Descubrieron una población con una fe muy anclada, viviendo muy sencillamente, según las costumbres tradicionales de la Huasteca. Buena parte de la gente no habla español sino náhuatl. Sin embargo, los Padres descubrieron una capillita nueva que los habitantes acababan de construir para la visita.
Este año, los misioneros encargados de visitar la Huasteca fueron los Padres Clemense Kordeuter, Jesús Rivera y el diácono Juan Gandía. Además, estuvieron acompañados por tres fieles que los ayudaron en las distintas actividades. Este año, hubo dos sesiones de catecismo cada día, Misa cantada todos los días, una fogata y bendiciones en los hogares de los fieles.
El primer día festejaron, por supuesto, a San José. Los Padres portaban las nuevas sotanas que un generoso donador les había regalado y los acólitos recibieron con orgullo la bendición de sus nuevos trajes para el servicio del altar. Después de la Misa cantada, bajaron al centro del pueblo en procesión llevando consigo un anda preciosa con la imagen del santo patriarca. Terminaron la festividad con la consagración de la Misión al glorioso padre de Jesús uniéndose así con todas las capillas de la Fraternidad en el mundo.
Los siguientes días estuvieron llenos de actividades, catecismos, ensayos, paseos al río etc. En las noches, alumbradas por el brillo de la fogata, entonaron cantos en náhuatl y se entretuvieron con juegos donde participaron los niños, jóvenes y hasta los adultos.
El ultimo día fue aprovechado para bendecir muchos artículos religiosos, especialmente el agua bendita que estos hombres de gran fe usan efectivamente como única defensa de sus campos de maíz contra mapaches, jabalíes y demás intrusos.
Una que otra lágrima tuvo que ser escondida al momento de la despedida, puesto que la siguiente visita se llevará, Dios mediante, dentro de seis meses. Mucho tiempo de soledad sacramental, pero Dios escuchará sus oraciones y dará también así sus bendiciones.