¿Qué es la vocación?
Ofrecemos aquí a los interesados el folleto del Padre Luis María Barrielle, que fue director espiritual del Seminario San Pío X en Ecône, elegido para esta función tan importante por Monseñor Marcel Lefebvre, fundador de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. En este trabajo dedicado a San José, patrono de las vocaciones, nos explica cuáles son los principios básicos de la doctrina católica sobre la vocación.
“Qué inmenso tesoro es un sacerdote realmente santo, dondequiera se encuentre.” (San Pío X)
Todo el mundo está llamado a la santidad, a la salvación: “El Dios de toda gracia que nos llamó a su gloria eterna en Cristo Jesús”, dice San Pedro (I Pedro V, 10). Eso está claro.
Pero aquí no queremos referirnos a la vocación de todo hombre a la salvación, sino a la vocación particular por la cual Dios llama a un estado de vida superior en que el hombre, renunciando al mundo para entregarse totalmente a Él, se obliga a observar no sólo los mandamientos de Dios, sino también los consejos evangélicos. A este estado de vida superior se le reserva el nombre de “vocación” en sentido estricto. Por lo tanto, la cuestión es saber si Dios me llama a elegir un estado de vida de perfección en vez de permanecer en la condición común de los demás cristianos. Dicho de otra manera:
¿Tengo vocación?
Es esta una pregunta que inquietó a muchas almas generosas… “¿Puedo?… ¿Debo entregarme a Dios totalmente?…”
Sucede incluso que almas consagradas, frente a tentaciones o ataques del demonio “del mediodía”, se afligen y se preguntan: “¿Estoy realmente en mi camino…? ¿No me habré equivocado al entrar en el seminario, en el convento…?”
Entonces es cuando el demonio aprovecha para turbar, enredar, desanimar con escrúpulos: “¿Quién sabe si estaré en mi camino…?”, etc.
Por ello, a fin de ilustrar bien a los jóvenes que al principio de su vida se plantean esta pregunta de consecuencias incalculables: “¿Tengo vocación…?”, y ayudar igualmente a las almas ya comprometidas, pero turbadas, vamos a considerar este tema en las breves páginas que siguen.
Hay más vocaciones de las que se cree
Dios siempre ha dado al mundo las vocaciones necesarias.
“En ningún tiempo, dice el Magisterio de la Iglesia, y en ninguna circunstancia se puede pensar que Dios no provea a las necesidades de la Iglesia, y que, como lo hizo en el pasado, no llame ahora a Él a numerosas falanges de jóvenes capaces, por su generosidad, su fuerza, su integridad y su pureza, de acatar la voz de Cristo y de concebir el deseo de darse a la Iglesia”.
Si todos aquellos a los que Dios ha llamado hubieran contestado, el mundo ya estaría convertido. Pero hay que tener en cuenta:
a) ¡Los que no han nacido…! ¡Qué alegría y qué gloria para esas familias numerosas de las cuales Dios escogió tantas vocaciones selectas: Santa Teresita (la novena de las hijas), San Ignacio (el undécimo), San Francisco Javier (el décimo tercero), Santa Catalina de Siena (la vigésima cuarta)…! Sin prejuzgar de casos particulares… ¡qué lástima si la señora Martín hubiera rechazado su novena hija…! ¡El mundo no tendría ahora a Santa Teresita de Lisieux…!
b) Los hijos únicos… “adorados”… que no se encuentran preparados para los sacrificios… Además de que una familia para la que Dios no es Dios, no es un terreno propicio para las vocaciones.
c) La monstruosidad de una educación en la cual se hace abstracción de Dios y de Jesucristo. Hecho cuántas veces comprobado…, y proclamado además por aquellos mismos que han promovido la enseñanza atea, es decir, la enseñanza que voluntariamente prescinde de Dios, de su revelación, de la divinidad de Jesucristo y de nuestros deberes para con Él, etc. No hay nada más eficaz que el laicismo y el liberalismo para acabar con las vocaciones de los hombres (y más aún de las mujeres). (Véase Jean Ousset, “Para que Él reine”, 2ª parte, El complot revolucionario).
d) Por fin, los que se sienten llamados pero no quieren contestar…
Uno de cada tres
Hombres que conocían el tema, como San Juan Bosco y San Alfonso María de Ligorio, decían: “¡En general, de cada tres niños, hay una vocación!” Es más o menos lo que repite el Magisterio: “Dios llama a numerosas falanges de jóvenes…”
Algunos errores sobre la vocación
a) Ciertas personas creen que para tener vocación hay que tener inclinación. Ahora bien, hay muchos que no tienen inclinación y con todo tienen vocación. Y hay otros que, aun teniendo el deseo, están evidentemente muy lejos de tener vocación, por no reunir las disposiciones requeridas.
b) Algunos se imaginan que hace falta haber escuchado algún día una pequeña voz interior que les diga: “¡Ven…!”
c) Otros se olvidan de que las vocaciones pueden ser muy diversas. He conocido a un sacerdote que, por falta de salud, no pudo quedarse en la Cartuja, y se hizo sacerdote diocesano: pues bien, llegó a ser primero un santo vicario, luego un santo párroco rural, y murió finalmente como párroco de la catedral con verdadera fama de santidad.
d) Hay vocaciones que exigen una salud o una inteligencia superior a la media. En cambio, hay vocaciones que, a la vez que requieren un gran amor de Dios, pueden convenir a una persona con salud delicada o aún sin instrucción (como, por ejemplo, el humilde hermano portero que luego llegó a ser San Pascual Bailón).