La validez no basta para hacer que una Misa sea buena - Palabras de Mons. Lefebvre

Fuente: Distrito de México

Validez es una palabra engañosa. Para mucha gente que no está acostumbrada a los términos teológicos y canónicos, validez quiere decir que vale. (...) ¡No se trata de eso! Validez significa que la presencia y la eficacia de la gracia que está en el sacramento, la eficacia del efecto, pueden estar ahí, ¡aunque la ceremonia sea sacrílega! ¡Una misa válida podría ser también sacrílega!

La misa reformada, ¿es solamente menos buena?

Una vez examinadas las debilidades de la reforma litúrgica, ¿la nueva misa es únicamente menos buena que la tradicional o puede calificarse como mala? ¿Son buenas todas las misas válidas? 

Aunque pueda ser que no esté en juego la validez de la nueva misa, es una misa envenenada, porque desde el momento en que ya no se afirman las verdades propiamente católicas de la misa con el fin de agradar a los protestantes, la fe en estas verdades desaparece también poco a poco. ¡Es algo tan evidente viendo las consecuencias de la nueva misa! Por este motivo, me es imposible decir que esta reforma sólo es mala de un modo puramente accidental, y puramente exterior y extrínseco.

Consideramos que la reforma de la misa, habiendo sido compuesta con protestantes, tiene una influencia ecumenista que ha tenido un efecto de tal modo que deja un sabor protestante y que poco a poco ha hecho desaparecer la noción de sacrificio propiciatorio, por lo cual los cambios que se realizaron en la misa hacen que sea peligrosa y envenenada.

Como esta reforma es fruto del liberalismo y del modernismo, está enteramente envenenada; sale de la herejía y acaba en ella, aunque todos sus actos no son formalmente heréticos.

Ahí están los hechos que muestran que se pierde la fe en las realidades dogmáticas esenciales de la misa. (...) Es relativamente fácil hacer el estudio de la nocividad de la nueva misa, que no llega para nada a la conclusión de algunas personas, a veces muy cercanas a nosotros y que son supuestamente “tradicionalistas,” a quienes se oye decir: “La antigua misa es mejor, por supuesto, pero la otra no es mala”. Es lo que dijo el abad de Fontgombault respondiendo a una persona que le escribió diciéndole que no podía ser oblata benedictina de esa abadía porque ellos estaban apegados a la nueva misa. El abad de Fontgombault respondió: “Sí, es verdad. Reconozco, en efecto, que la antigua misa es mejor; pero la nueva no es mala y, por lo tanto, la decimos por obedecer”.

¡Nosotros no aceptamos de ningún modo esa conclusión! Decir que la nueva misa es buena: ¡no! ¡La nueva misa no es buena! Si fuera buena, mañana mismo empezaríamos a decirla. Si es buena, hay que obedecer. Si la Iglesia nos da algo que es bueno y nos dice: “Tienen que hacer así,” ¿cuál sería la razón para decir que no? Mientras que si decimos: “Esa misa está envenenada; es mala y hace perder poco a poco la fe,” estamos claramente obligados a rechazarla.

LA MISA DE SIEMPRE
MONSEÑOR MARCEL LEFEBVRE+